Existe un más que conocido dicho que viene a decir que el mejor momento para comer marisco gallego es durante los meses con r, es decir, de septiembre a abril. Pero lo cierto es que muchos de los productos del mar se pueden degustar en cualquier época del año. Las almejas gallegas están dentro de ese grupo de bivalvos accesibles, ya que solo se aplican las vedas cuando hay demasiada escasez o se quiere resembrar una zona en concreto. La Consellería do Mar de la Xunta es el organismo que regula la captura y establece la cantidad que se saca de las rías. Por lo tanto, cualquier momento es bueno para disfrutar de este manjar en la variedad que se prefiera. En Mariscos O Grove disponemos de varios tipos de almejas gallegas, ya sean finas, babosas, rubias o rojas y japónicas, siempre frescas y en perfecto estado para consumir.
A pesar de ser uno de los mariscos más consumidos, mucha gente desconoce parte de su historia y características.
1. ¿Cuándo se empezó a comer almejas gallegas?
A principios de siglo apenas nadie consumía almejas en España, pero en la década de los 20 del siglo XX comenzó la pesca intensiva en Galicia y la demanda de bivalvos se disparó. Ya a mediados del siglo se generalizó el cultivo de las diferentes especies. Especialmente cotizada fue la almeja fina, tanto que en 1935 el Gobierno de la II República tuvo que regular su pesca para evitar que se esquilmaran las rías. Pronto, este bivalvo fue ganando aceptación y se convirtió en un manjar. Tan solo bastaban unas gotas de limón para degustar su delicada carne.
2. ¿Dónde viven y cómo se capturan?
Las almejas gallegas son un claro ejemplo del marisqueo a pie, salvo la variedad rubia, que se recoge desde las embarcaciones. Estos bivalvos viven enterrados en la arena del mar o la ría, a unos centímetros de profundidad, por lo que se alimentan de placton y otros minúsculos seres vivos que se filtran por la tierra. Para capturar las piezas, los mariscadores utilizan un rastrillo especial o sacho para remover el fondo y así acceder a ellas. La ría gallega es un entorno especialmente favorable para la almeja por las condiciones que ofrece la mezcla de agua fluvial y marina. Las más apreciadas, las almejas de Carril, se reproducen en los arenales de esta localidad pontevedresa, donde desemboca el río Ulla.
3. ¿Por qué es tan cotizada la almeja fina gallega?
La gran estrella de las almejas gallegas es la variedad fina. Su precio es el más alto porque su calidad es superior. También porque aguantan más tiempo una vez capturadas, hasta seis días. Bastan unas gotas de limón para degustar estas joyas de la cocina gallega, como si fuera una ostra pequeña. En Mariscos O Grove preparamos los pedidos en cajas especiales isotermas, con geles de hielo en la base para que no se rompa la cadena de frío, lo que hace que llegue en perfecto estado de frescura al cliente.
La recogida de almeja fina gallega está permitida todo el año, salvo cuando hay marea roja, pero las cantidades suelen estar muy limitadas por su escasez. Esta variedad se suele confundir con la almeja japónica, bastante más barata, aunque una buena alternativa para presentarla cocinada. Un buen indicio para identificar a la fina es la especie de cuadrícula que se forma en sus conchas.
4. ¿Se pueden congelar las almejas gallegas?
Las almejas gallegas de Mariscos O Grove llegan frescas al cliente, pero se pueden congelar si se quieren consumir después. Es importante meterlas en el congelador cuanto antes, no sin antes lavarlas con agua fría y sal. Pueden ir directamente metidas en la redecilla, pero si la intención es comerlas poco a poco, mejor separarlas por puñados. En todo caso, las almejas deben estar juntas unas con otras aunque no muy apretadas. A la hora de descongelarlas, mejor con calma y sin cambios bruscos de temperatura: unas 18-24 horas en la nevera deberían bastar. Hay que tener en cuenta que como máximo aguantan 3 o 4 meses en el congelador.
¿Se pueden congelar las almejas una vez cocinadas? Por supuesto, las que se cocinen, insistimos en que la mejor manera de consumir la almeja fina es en crudo. Pero un buen guiso de almejas a la marinera o a la sartén se puede devolver al congelador con salsa y todo.
5. ¿Cómo llegó la almeja japónica a Galicia?
Llama la atención que exista una especie de almeja gallega que se denomine japónica, pero este bivalvo es autóctono de nuestras costas. Lo más curioso es que, a pesar de su nombre, esta variedad se generalizó en Galicia a través de ejemplares procedentes de Canadá, según un estudio genético del CSIC de 2017. Eso sí, a las costas de norteamérica llegó desde Japón, aunque por error ya que el objetivo era introducir ostras.
La gran ventaja de las almejas japónicas gallegas es que crecen muy rápido, lo que favorece su cultivo. Por eso es la variedad más barata, aunque su calidad y polivalencia hacen que sea ideal para cualquier receta.